reflexiones de un

CURA DE PUEBLO

Semana Santa sin Comunidad

Queridos hermanos: me cuesta dejar pasar esta Semana Santa sin celebrarla con vosotros. Por eso quiero entregar estas palabras sobre este tiempo santo tan especial. Este 2020 iba a ser una Pascua especial para los hermanos de la 2ª comunidad de Valvanera y para la 1ª comunidad de la Inmaculada. ¡Y vaya si lo está siendo¡
Añoro muchísimo vuestra presencia, y tengo enormes ganas de volver a encontrarme con vosotros.

Mi reflexión pasa por el pensamiento en el cambio de época y sus signos. Yo fui testigo de cómo el 11 de septiembre caían las torres de Nueva York. Fue un impacto ver como se abría un tiempo nuevo con algo tan doloroso. Los sentimientos que pasaron por mi corazón se parecen a lo que ahora volvemos a vivir en el mundo.

¿Qué es lo que tienen en común estas dos cosas? 

Que escapan a todo control humano. Cuando llevamos muchos días sin controlar nuestra vida, desfallecemos anímicamente, y puede aparecer la ansiedad. Nosotros que tenemos a Jesús como amigo y a Dios como Padre, sabemos que debemos confiar en Él, que lleva mejor que nosotros el control de la vida.

Recuerda a Israel descontrolado por el desierto. Tiempo duro de crisis, hasta que entendió que debía dejarse conducir por Dios (entregarle el control) para que les condujese a una tierra estupenda donde vivir para siempre.
Dios tiene un propósito y un plan perfecto, ahora también con lo que está pasando.

Ante el Evangelio de la pasión, siempre me ha impresionado escuchar en labios de Jesús el salmo 22: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Jesús lo recita cuando la oscuridad llegó a las tres de la tarde. No es sólo la voz de Jesús, es la de todos los inocentes que están asustados ahora. Es la voz de todas las personas que sentimos que hemos perdido el control de nuestra vida: no podemos ni salir de casa. Muchos no saben qué pasará cuando todo esto termine ¿Tendré trabajo? ¿Me contagiaré yo? ¿Morirá alguien conocido? 

El salmista comienza con un “rugido” de dolor, pero termina con una gran esperanza al recordar que Dios nunca le ha abandonado en su vida. Y comienza a recordar las cosas buenas que Dios le permitió vivir. Contempla esta crisis tal y como es, cruel, dura, pesada, ruinosa, triste… pero no olvides que el Señor fue bueno contigo y que en otras ocasiones te sacó de la fosa de la muerte y ahora también te sacará.

¿Sabéis donde se convirtió Jonás? Pues en el vientre de la ballena, en lo más profundo de la crisis. Por eso esta Semana Santa es como el vientre de la ballena para nosotros, para salir de esto, haciendo la voluntad de Dios, que tiene un por qué y un para qué. ¡Conviértete¡

Yo estaba muy preocupado por las muchas cosas que tenía que hacer estas semanas… y mira por donde, Dios me ha dicho, que más que hacer cosas, lo importante, es estar con Dios. Lo mismo cada uno de vosotros, es tiempo de estar a solas con Dios. Es una vuelta a la simplicidad más primitiva, un entrar no en la parroquia, sino en tu corazón y entregárselo a tu Señor

Este virus nos hace iguales a todos los hombres de la tierra, exactamente lo que pasa con la muerte, ante ella todos somos iguales. Y lo mismo pasa ante la CRUZ, nos hace humildes en nuestra debilidad. Ahora nos hemos dado cuenta de que es más importante una enfermera en su hospital que la estrella de cine más rutilante.
Esto va a terminar, ¿Qué pasará? Pues que la gente volverá a “levantar los ojos a los montes y mirar de donde le llega el auxilio”

 Puede ser un tiempo nuevo para evangelizar, las dos comunidades van a tener que dar una palabra a muchas personas que la necesitan escuchar. Una invitación para retomar las catequesis de adultos con más fuerza. Espero poder dar la bienvenida a nuevos hermanos y poder ayudarlos a orientar su vida al cielo.

Entresaco unas líneas del salmo 23.
“El Señor es mi pastor, nada me falta,
Me conduce hacia fuentes tranquilas
Repara mis fuerzas
Aunque camine por cañadas oscuras
No tengo miedo porque tú vas conmigo
Y habitaré en la casa del Señor por años sin término”

Nosotros sabemos dónde vamos a reparar las fuerzas que ahora flaquean: en la Eucaristía y en la oración. En el encuentro con los hermanos.  Y todos esos nubarrones del futuro…. No son problema, si Dios está con nosotros. Nada nos va a faltar. La cañada oscura, es la muerte. Pero recuerda que la muerte no es algo nuevo, cuando esto pase, la gente seguirá muriendo, cada uno a su hora y por otras causas.  La muerte no es un destino, sino, un paso a otro lugar mejor.Salir de la fosa de la muerte, es decir, salir de la crisis que me mata, es un subidón de fe. Y todos juntos lo vamos a experimentar. 

Pronto nos vamos a ver con el que nos salva. Mis hermanos en Cristo: os amo y os extraño.