reflexiones de un

CURA DE PUEBLO

La puerta de las ovejas

Nabucodonosor, destruyo la ciudad de Jerusalén con sus murallas y se llevó a Babilonia a los hombres más valiosos, a los más cultivados y jóvenes, con sus familias. Habían pasado 70 años y era hora de volver lideraros por Nehemías, con la intención de restaurar la ciudad, comenzando por las murallas, siguiendo por el templo y por las casas particulares. De las 12 puertas, la primera puerta que restauraron fue la llamada puerta de las ovejas. Estaba situada cerca del templo, y cerca también de la piscina de Besteda (que significa casa de misericordia) donde lavaban a las ovejas y corderos, antes de ingresar en el templo para ser sacrificadas. (Aquí es donde el Jesús sanó a un inválido).

Esta humilde primera puerta –que no es la principal- fue reconstruida por los sacerdotes. Era quizá, la puerta menos protegida, no tenía cerrojo, tan sólo una tranca sencilla. A toda hora, cualquiera podía entrar a Jerusalén por esta puerta, hasta los animales. Por esta muerta podemos entrar todos al corazón de Dios. Jesús también la atravesó, porque él sabía que era el “cordero” de Dios que limpiaría el pecado del mundo en el sacrificio de la Cruz.

Es curioso que casi todos los corderos que atravesaban aquella puerta procedían de los pastos de la zona de Belén. Recordemos que el propio David, fue pastor. Y que Jesús es descendiente de David. Hay un salmo (87) que dice: “El Señor ama las puertas de Jerusalén y nos habla a través de ellas”. Por esta puerta de las ovejas, hoy tiene algo que decirnos. Otro salmo nos recuerda “Entrad por sus pertas con acción de gracias y con alabanzas”
El Evangelio de Juan 10, 1-10 nos dice: “Yo soy la puerta de las ovejas”; “Quien entre por mí se salvará”

Esto nos está diciendo que Jesús es la única puerta para nosotros y que no hay nadie más que nos pueda salvar. ¿A que le pides tú la salvación? Dinero, placer, libertad, salud, bienestar…. Bueno pues todas esas cosas, pueden aliviarte, pero no te sacan del sentimiento de muerte. No te van a dar la felicidad verdadera. 

El Señor es pastor y nosotros somos sus ovejas. ¿Qué significa ser ovejas? Una oveja sólo tiene una visión de 3 m. No es un animal veloz, ni tienen un rugido que asusta, ni unas garras amenazadoras, ni muerden con unos colmillos afilados… Las ovejas no saben ir solas. Tienen la necesidad de seguir al pastor que les da seguridad.
La oveja es el animal del sacrificio continuo. Quizá por eso Jesús busca entre las ovejas para elegir a los suyos y encargarles una misión. Si no eres oveja, no estás llamado. 

No hay imagen más penosa que las ovejas sin pastor. Recuerdo que un matrimonio de misioneros me decía: “Un buen pastor no debe preocuparse por él, sino por dar a sus ovejas buenos pastos y unas ovejas bien alimentadas mantienen al pastor”. Esto quiere decir que no nos preocupemos tanto por la economía, sino más biren, por la buena predicación, por celebraciones excelentes y santos ejemplos. 

También las ovejas han de conocer que deben ser apacentadas y dejarse apacentar, dejarse conducir. Es decir “escuchar” la voz de sus pastores. Y dejarse pastorear, es reconocer la autoridad y obedecer. El alma se protege en la obediencia y esta obediencia es libre, no se puede obligar. La fortaleza de la oveja está en el rebaño, en el grupo, en la comunidad. Los lobos cuando atacan lo primero que hacen es dividir el rebaño y aislar a una oveja para matarla. Dejar la comunidad es un peligro para el espíritu.Porque el lobo va a aparecer, pero con el buen pastor, no tenemos miedo.  El pasado domingo me llegaban unas fotos de un ataque de lobos, no me refiero a ese bello animal de nuestros montes. Me refiero a que unos desalmados, quemaron locales de la parroquia de Santa Rita en Iquique, al norte de Chile.

Las fotos eran contundentes, todo quedó reducido a cenizas. ¿Todo? Bueno, todo no, en un armario casquivano, se guardaba dos biblias grandes, un icono de la Virgen María, una cruz de bronce, algunas estolas y poco más… y esto fue lo único que se salvó de las llamas. ¿Qué se proponían? Pues hacer daño, manifestar que Dios y las cosas de Dios, son frágiles, que el malo tiene poder, acallar el anuncio de la Buena Noticia, terminar con las celebraciones eucarísticas, etc. Y eso es lo mismo que volver a crucificar y sepultar al Señor Jesús. No se acaban de creer ni de enterar de que nuestro Señor ha resucitado, que no se queda en el sepulcro, ni en las cenizas de la parroquia. Está en el corazón y en los labios de los hermanos que se aman y celebran su fe. Y eso no lo van a poder quemar. Ese icono y esa cruz dorada, en medio de las negras cenizas, es el rostro de la victoria de nuestro Dios. Esa imagen, habla del Salmo 23 “El Señor es mi pastor”. Hay momentos en la vida te reducen a pura ceniza, te deja sin nada, sin nadie, sin ánimo. Parece llegado el fin. 

Como una feligresa que me contaba el dolor de despedir a su marido en la ambulancia y tres semanas después ver su entierro, hay un dolor que para mí es nuevo; el de la soledad en la antesala de la muerte sin poder acompañar, ni consolar. El corazón se llena de desconsuelo. Eso, también son cenizas. Ese corazón sólo lo podrá consolar el amor de Dios. El salmo nos recuerda que no te va a faltar nada, pues no dependemos, de las cosas materiales, que, un día desaparecerán. El fuego no determina los bienes, es el Señor el único que concede una mesa de bienes abundantes frente a los enemigos.

Cuentan que el rey David en cierta ocasión, se encontraba en destierro, expulsado por el odio de Saúl, perseguido, viviendo en cuevas, pasando necesidad. Un día, además, los enemigos, le hicieron perder todo, hasta los ganados y la cosecha de los campos. Sus valientes seguidores, durmieron al raso, se oían gemidos de rabia, y en muchos había lágrimas de pena. David, se levantó miro las estrellas del cielo, que anuncian un mañana nuevo y creo este salmo hermoso. El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes paraderas me hace recostar, me da tranquilidad, repara mis fuerzas. Aunque ahora esté en una noche oscura, no tengo miedo, porque yo sé que Él está ahí, preparando un banquete frente a los enemigos con nuevos y mejores bienes. Así es Dios.

Este salmo inspirado por David, levantó el ánimo de todos, abrieron los labios a la alabanza y poco después volvería a ocupar el trono destinado para él.

Animo hermanos, no tengamos miedo a pasar por esa puesta de las ovejas que son llevadas al sacrificio. No tengamos miedo a la cruz. Esa cruz es sabiduría para los que tienen un corazón de oveja y estupidez para los soberbios que se marcharan de este mundo vacíos.

No olvides que Jesús, tu pastor, te conoce, te llama, te ama y quiere a través de esa puerta, meterte dentro de Jerusalén, que es lo mismo que llevarte al cielo.