Fe de un grano de mostaza
Recuerdo que hace algunos años aparecieron plantados unos extraños arbustos en el exterior de la parroquia de uno de los pueblos donde yo celebraba cada domingo la eucaristía. Pregunté y me dijeron que era la planta de la mostaza. Me sorprendió gratamente conocer esta planta al recordar la parábola en que Jesús habló de ella. Ciertamente las florecillas y las semillas que dieron eran diminutas.
Cuando Jesús compara el tamaño de la fe al de la semilla de la mostaza, está diciendo abiertamente que lo poco es mucho cuando proviene de Dios. Uno puede comenzar con poquita fe y poco a poco hacerse muy importante en su vida, imprescindible, diría yo. Cuando entregas a Dios el timón de tu vida, todo comienza a renovarse; a cambiar. Y sin darnos cuenta, los demás comienzan a ver algo distinto, un cambio a mejor. Tan suave como la llegada de la primavera tras el gris otoño.
“Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a esa morera: arráncate de raíz y plántate en el mar…”
Esta fe pequeñita es la que nos hace con los labios decir. ¿Qué tenemos que “decir” nosotros? ¿Qué discurso nos provoca Dios en el corazón? ¿A qué morera? Es decir, ¿Qué quieres arrancar de tu vida desde la raíz? ¿Qué te asusta? ¿Qué acontecimiento de tu vida te parece del tamaño de una montaña?
¡Cuántas moreras hay sin remover en mi vida por falta de fe! No pierdas más tiempo, entrega tu vida en las manos de Jesús y no tengas miedo. ¡Ven Espíritu Santo y renueva la faz de nuestra vida!
Dirígete al problema, a la persona, a la enfermedad, al acontecimiento concreto que te oprime el corazón y dile: “En el nombre de Jesucristo, arráncate de raíz de mi vida y plántate en el mar”
Pero recuerda que la semilla sólo tiene poder cuando entra en la tierra y muere. No nos gusta que muera la semillita. No nos gusta que vengan los tiempos de crisis, desiertos o complicaciones. Y sin embargo, toda adversidad es parte de la fertilidad y de lo nuevo.
Es fácil tener fe con las cosas bonitas, cuando todo va bien. Somos impacientes, no nos gustan las esperas. Pero lo importante es que Dios se lleve la gloria.
Nuestra historia personal va detrás de la Gloria de Dios. Todo tiene un proceso, nada está aún terminado. Pero en todo este proceso de tu vida Dios no es algo ajeno. Lo que cuenta es la trama de la vida y que veas a Dios como el sentido de la misma.
Si no existieran los problemas en la vida, ya podríamos ir al cielo en un arrebato.
¿Estás haciendo lo que Dios quiere? Pues relájate y no te preocupes.
Muchas personas que dependen de ti o que se relacionan contigo podrán seguir contando contigo. Así como los pájaros se posaban en las mostazas de mi parroquia.