¿Eres tú el Mesías sí o no?
Al comienzo de la vida pública de Jesús, justo después de las tentaciones del desierto, junto al río Jordán, el Bautista señala a Jesús como el “Cordero de Dios”. Algunos de sus discípulos dejan a Juan y siguen a Jesús.
Tres años más tarde Juan se encuentra en la cárcel, en una situación de crisis y se preguntaba muchos porqués y si se podría haber equivocado en algo.
Juan esperaba que Dios actuaría con firmeza y mano dura ante la situación reinante: la opresión de Roma; la desviación de la verdad; la corrupción de la alta clase sacerdotal, el incremento de pobres en la sociedad, la falta de libertad para decir la verdad… que lo ha llevado al calabozo. Preocupaba también a Juan la bondad y la blandura de Jesús que contrastaba con la radicalidad de su mensaje.
Con todas están tensiones internas, Juan envía a algunos de los suyos para preguntar y traer una respuesta clara: ¿Eres tú el Mesías sí o no?
Los discípulos llegan y preguntan y la respuesta de Jesús no pasa ni por tan siquiera un monosílabo. La audacia de Jesús es convertir en TESTIGOS a los enviados de Juan. Que miren y vean el testimonio de algunos sanados: ciegos que recuperan la vista, sordos que escuchan la Buena Noticia; muertos que han vuelto a la vida; cojos que siguen con ligereza al Hijo de Dios.
Los del Bautista no se escandalizan ante el giro que dan las circunstancias. Han descubierto el cariño de Dios Padre. ¿Quién entiende la justicia de Dios? Cuando se marchan es Jesús quien habla claramente del Bautista.
Juan contrasta muchísimo con esos saduceos vestidos de lino y lujo que predican para los que aportan a las arcas del templo y sus vidas nada tienen que ver con Dios. Por eso Juan abandonó la práctica y asistencia al grandioso templo de Jerusalén. Prefieren vivir la autenticidad del desierto y de la comunión de los hombres que quiere purificarse de tanta inmundicia.
¿Qué es una caña sacudida por el viento? Se refiere a esos pensamientos movidos por vientos tan poderosos que someten el pensamiento de muchas personas de un lado a otro a merced de las modas. Son gentes de buen natural que buscan felicidad y que se sientes engañados una y otra vez. Un día se encontrarán con el amor de Dios y resistirán bien los vientos de las viejas ideologías que buscan la desaparición de la Iglesia.
Jesús goza hablando bien del profeta Juan, el más grande de todos los profetas. Ha podido ver a quien anunciaba e identificarlo.
Juan abre un tiempo nuevo, porque va delante abriendo camino. Es un instrumento de Dios para manifestar el “hijo amado” de Dios.
Juan pierde la cabeza por esta nueva etapa de la historia estará marcada por la nueva comunidad de los que se adhieren a Jesucristo y que formarán la Iglesia de Espíritu Santo.
La voz de Juan cada adviento nos recuerda que algo nuevo, algo fresco y algo definitivo ha comenzado, algo que tendrá muchos enemigos pero que están vencidos por que la victoria es de nuestro Dios.