El Cristo abandonado
Hace algunos meses una tarde de verano, en la soledad de la parroquia recién abierta, mientras yo estaba en el despacho, alguien entró y con sigilo dejó abandonado este crucifijo en la mesa de entrada de la Capilla. Seguramente era alguien con buen corazón. Pienso yo, que habría entrado a vivir a alguna vivienda del barrio y se encontró con los muebles viejos y la decoración típica de otro tiempo. Quizá había heredado el piso. Y en la reforma decidió quitar todo lo que no le parecía procedente.
Es probable que pensó que tirar al contenedor el crucifijo, era algo irrespetuoso. Quizá fuese supersticiosa esa persona y pensase que le traería mala suerte. Entonces se le ocurrió dejarlo en la entrada de la Parroquia y el cura ya sabría darle una función más oportuna.
Quizá era una persona de las muchas que se han alejado de la práctica religiosa en los últimos años y le daba vergüenza entregarlo personalmente. Quizá era un musulmán de los que pueblan las calles más pobres de la zona.
Cuando lo vi sobre la mesa mire en la capilla y no había nadie, salí a la calle y también estaba solitaria. Decidí acogerlo y colgarlo en mi despacho parroquial. Pensé que en el pasado, esa imagen seguramente había escuchado las oraciones de una familia cristiana. ¡Cuántos ruegos! ¡Cuántos consuelos! ¡Cuánta gratitud por los favores recibidos!
Ahora, se convertía en el Cristo abandonado en una iglesia, como sucedía en alguna película del siglo pasado con algunos bebés. Hoy en día es más fácil encontrarse con la noticia de algún bebé abandonado en un contenedor. Con una triste y sórdida historia detrás.
Pero volvamos a mi Cristo abandonado. Simula ser un cristo de marfil y la cruz de un bonito color verde oscuro esta profusamente decorada con oro y los extremos de color oro y grana. Lo encuentro incluso alegre.
Da pena pensar como incluso Jesús es sacado fuera del ámbito doméstico y de lo privado. Dios ha sido arrojado de la vida cultural y social que rechaza todo signo sobrenatural y religioso.
Las nuevas generaciones están ajenas a la fe y a toda esperanza trascendente. Pero el Espíritu Santo es más poderoso que todas las fuerzas del mundo. Y seguirá transformando muchos corazones que sin saberlo lo buscan.
Ha nacido una nueva mitología con los cómics, los juegos en la red, las pelis de superhéroes y la nueva literatura con viejos contenidos religiosos de mezclas de doctrinas herradas y dañinas para las personas. Al ateo y al agnóstico de hoy no le gusta la nueva evangelización, no le gusta ser objeto de misión ni renunciar a su libertad de pensamiento. No le gusta escuchar la Buena Noticia. Pero también honestamente no creo que descarten a Dios como pregunta.
La sencilla historia que acabo de narrar, me habla de mucho amor. Él es un Cristo abandonado por nosotros los hombres. Sin embargo, Él no nos abandona nunca. Él permanece fiel, incluso cuando la vida parece teñirse de oscuridad.
Ciertamente los cristianos estarán cada vez más perseguidos y no se les evitará la cruz. Pero será la cruz gloriosa del Señor resucitado que es capaz de acercarse al dolor del ser humano para acompañarlo hacia una recreación.
Los jóvenes cristianos de hoy, son mejores que los de ayer, chicos alegres capaces de levantar los ojos al cielo y bendecir a Dios. Ellos tienen oídos para escuchar la Buena Noticia y ojos para ver las maravillas de nuestro Dios. Y saben que la Victoria es de nuestro Dios.